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Friday, July 29, 2005

VERBOS PRONOMINALES

VERBOS PRONOMINALES

Vgl.:
Reflexiv / Cuasi-refleja / Passiv / Medialkonstruktionen / Voz Media

„Verbo pronominal: Se da este nombre al verbo que se conjuga con un pronombre reflexivo, pero sin tener significado reflexivo. Así, matarse, en la frase cayó a la calle y se mató (frente a se mató con un cuchillo). Este tipo de verbos, tan abundante en español (caerse, herirse, callarse, etc.), parece haber heredado la función de la voz media. A. Bello llama a estos verbos cuasi-reflexivos.“
„Verbo pronominal es el que exige obligatoriamente un pronombre personal como complemento, como los verbos reflexivos, recíprocos, etc.“
"Verbo pronominal
Se da este nombre al verbo que se conjuga con el pronombre reflexivo. Así, matarse, en la frase cayó a la calle y se mató (frente a se mató con un cuchillo). Este tipo de verbo, tan abundante en español (caerse, herirse, callarse, etc.), parece haber heredado la función de la voz media. A. Bello llama a estos verbos cuasi-reflejos."
“Verbo pronominal
Tipo de verbo que requiere un pronombre para realizarse en un enunciado aun cuando no tenga significado reflexivo; p. e. quejarse, atreverse.”
“Verbo pronominal
Verbo pronominal es el que se construye obligatoriamente con un pronombre. Hay verbos exclusivamente pronominales (arrepentirse, fugarse). Otros adoptan determinados matices significativos o expresivos en las formas reflexivas (caerse, morirse, lavarse, frente a caer, morir, lavar). (La Terminología no recoge la expresión “verbo reflexivo”, término más tradicional pero menos exacto).”

„Pronominal
Se llama voz pronominal en español a los verbos que se construyen en todas sus formas con pronombres reflexivos de igual persona que el sujeto del verbo (Él se arrepiente / Nosotros nos arrepentimos), En general, los verbos pronominales del español corresponden a los verbos medio del indoeuropeo (el sujeto y el agente, que pueden ser distintos, ejercen sobre sí mismos una acción en su beneficio o en su provecho, pudiendo no tener complemento directo como los intransitivos). Se distinguen varios grupos de verbos pronominales o varios empleos de la voz pronominal:
a) Los reflexivos internos o pronominales propiamente dichos, a los que Bello llamaba cuasi-reflexivos, que corresponden a verbos intransitivos (sin objeto directo) y cuya forma activa correspondiente tiene un sentido diferente (o no existe): levantarse, lanzarse, etc. Un grupo importante lo constituyen los verbos de emoción o sentimiento: arrepentirse, espantarse, avergonzarse, etc.
Hay que añadir un grupo con características propias constituido por los intransitivos de movimiento que admiten el empleo del pronombre reflexivo, en ocasiones con valor incoactivo: irse, venirse, marcharse, etc.
b) Los verbos reflexivos propiamente dichos y los recíprocos, en los que el complemento del verbo, idéntico al sujeto de la oración activa, se sustituye por un pronombre reflexivo singular o plural: Pablo lava a Pablo > Pablo se lava; Pedro y Pablo pegan a Pedro y Pablo > Pedro y Pablo se pegan. El verbo tiene el mismo sentido cuando aprece bajo la forma pronominal y cuando no se acompaña del pronombre reflexivo.
c) Los reflexivos indirectos o reflexivos de interés: presentan un complemento directo distinto del pronombre reflexivo: Cómete este pastel. Se bebió dos litros de vino, etc.
d) La pasiva refleja: construcción reflexiva con sentido pasivo: Se vende fruta, Se construyen muchas casas en esta ciudad, etc.“

„Llamamos „verbos conjugados pronominalmente“, „formas pronominales del verbo“ o „fórmula pronominal“ a aquellos verbos o formas verbales acompañados de un pronombre me, te, se, nos, os de la misma persona que la desinencia verbal, en las mismas condiciones combinatorias que los otros morfemas (afijos) verbales. A nuestro juicio las construcciones en las que se está en lugar de le delante de lo(s) et la(s) no deben tenerse en cuenta, ya que se trata de un mero accidente fonético: Cuando alguien se los disputa, repugna al feudal acudir ante un tribunal.
Un verbo conjugado pronominalmente puede construirse de tres maneras distintas: con regente solo, únicamente con régimen directo, o sinregente ni régimen. Veremos más adelante que la construcción en la que aparecen a la vez un regente y un régimen solo en apariencia es una fórmula pronominal.
Cuando no hay régimen se encuentran tanto verbos transitivos como intransitivos. Estas construcciones no alcanzan la misma frecuencia.
A diferencia de las otras formas verbales, las formas pronominales del verbo en tercera persona plantean problemas distintos que en otras personas, o cuando menos los plantean con otra intensidad, debido a la existencia de construcciones e interpretaciones que les son propias. Por esta razón se impone, por un lado, estudiar separadamente las formas de la 3a püersona y las de 1a y 2a, y, por otro, reunirlas todas para su examen común.“
«Hay verbos que obligatoriamente van acompañados de un incremento personal que alude a la misma persona propia del sujeto gramatical:
Me jacto.
Te quejas.
Se arrepiente.
Nos vanagloriamos.
Os atrevéis.
Se suicidan.
Se conocen como verbos pronominales. Cuando la noción léxica de estos verbos requiere una especificación con término adyacente, este funciona como objeto preposicional. Si su referencia es consabida, queda representado por un sustantivo personal átono provisto de la misma preposición:
Se ha arrepentido Juan de su mala acción.
(= Se ha arrepentido de ello.)
Te quejas de su indolencia.
Me jacto de mi constancia, etc.
Otros verbos pueden ir o no provistos de incremento reflexivo. Pero la presencia de este (me, te, se, nos, os, se, según la persona y el número) altera más o menos el sentido a que se refiere la raíz verbal. Si esta requiere especificación, el adyacente funciona sin reflexivo como objeto directo y con reflexivo como objeto preposicional:
Las tropas ocuparon la ciudad
(sin se y con objeto directo)
frente a
Los concejales se ocupan de la ciudad
(con se y con objeto preposicional).
Por fin han acordado el convenio
frente a
Por fin se han acordado del convenio.
Estos chicos preocupan a sus padres
frente a
Esos chicos se preocupan de sus padres.»

«Los verbos pronominales que van siempre incrementados por una unidad átona reflexiva, admiten como adyacente un objeto preposicional:
Me arrepiento de mis pecados,
Te jactas de tus conquistas,
Se ensaña con sus enemigos,
Nos abstenemos de bebidas alcohólicas,
No os dignáis a saludarnos,
Se obstinan en su proyecto.
Se observa que la persona del incremento reflexivo concuerda por necesidad con la que funciona como sujeto morfológico.
Otros verbos capaces de aparecer con objeto directo pueden también adoptar un incremento reflexivo, y en este caso, su adyacente ha de ser, como con los verbos pronominales, un objeto preposicional; cotéjense los ejemplos de la izquierda con objeto directo y los de la derecha con incremento reflexivo y objeto preposicional:
El ejército ocupó la ciudad.
(= La ocupó).
El alcalde se ocupó de la ciudad .
(= Se ocupó de ella).
Acogió su propuesta.
Se acogió a su propuesta.
¿Habéis acordado el día?
¿Os habéis acordado del día?
Entiendes a la vecina.
Te endientes con la vecina.
He fijado los plazos.
Me he fijado los plazos.
Decidimos la compra.
Nos decidimos por la compra.

Verbos intransitivos con incremento personal de la serie reflexiva
«Algunos verbos, que normalmente no se emplean con adyacente de objeto directo (los llamados intransitivos), se construyen a veces con incremento personal de la serie reflexiva, es decir, que designan la misma persona que funciona como sujeto gramatical. Alternan ambas posibilidades:
Voy a casa <> Me voy a casa
¿Duermes? <> ¿Te duermes?
Está quieto <> Se está quieto
Salimos del teatro <> Nos salimos del teatro
Volvisteis temprano <> Os volvisteis temprano
Todos morían de hambre <> Todos se morían de hambre
No siempre son sinónimas las referencias en cada pareja. La aparición del incremento modifica, como en los casos anteriores, en mayor o menor grado, lo que se significa. Naturalmente el incremento de tercera persona de singular es forzoso cuando se elimina la mención del actor, con lo cual los enunciados correspondientes se convierten en impersonales. Estos reflexivos intransitivos alternan en la secuencia con construcciones de pasiva refleja:
En aquellas horas tempranas no se oía el menor ruido.
Si se echaba la mirada a su interior se veía constantemente una mujer gorda. Si a esta mujer se la preguntaba algo, contestaba con voz muy chillona. Se seguía adelante. Se pasaba dentro de la casa.
El tal oficio, le disgustaba, porque en el teatro adonde iba no se moría nadie en la escena, ni salía gente de luto, ni se lloraba.
Con ciertos verbos aperecen incrementos átonos que jamás se refieren a sustantivos eludidos. Verbo e incremento constituyen unidad funcional y semántica, como en los verbos pronominales (Me abstengo de circunloquios, Te arrepientes de tus palabras, etc.) y es vano discutir si son objetos directos o indirectos. Igual ocurre cuando esos incrementos se agregan a verbos intransitivos concordando también con la persona sujeto:
Me estaba quieto (Estaba quieto).
Te vas de viaje (Vas de viaje).
Se murió tranquilamente (Murió tranquilamente).
Nos salimos del teatro (Salimos del teatro).
No os anduvisteis con tiento (No anduvisteis con tiento).
Se vinieron con nosotros (Vinieron con nosotros).
Estos incrementos personales no representan a ninguna unidad eludida, son simple repercusión expresiva de la persona sujeto, y su presencia matiza diversamente la noción manifestada por el verbo.»
„Cuasi-refleja
Así llama A. Bello a la oración «en que la reflexividad no pasa de lo material de la forma, ni ofrece al espíritu más que una sombra débil y oscura»: Yo me alegro, tú te irritas, ella se enfada. Incluye en la construcción cuasi-refleja la pasiva refleja.”
“Construcción cuasi-refleja
Con esta denominación, introducida por Andrés Bello en las gramáticas del español, se hace referencia a las oraciones que, si bien no tienen un sentido inequívocamente reflexivo, se asemejan a las oraciones reflexivas («Ana se ha maquillado esta mañana») por presentar junto al verbo una forma pronominal átona de tipo reflexivo o reflejo; esto es, un pronombre átono (me, te, os, nos, etc.) que coincide en los rasgos de persona con el sujeto, cuando éste se halla presente en el esquema de la oración («Vosotros os preocupáis por nada»), y quem, en tercera persona, adopta la forma específicamente reflexiva o refleja se: «El niño ya se ha dormido».
El término abarca, pues, a todas las construcciones pronominales de carácter no reflexivo: medias o anticausativas («La pobre mujer se emocionó al recibir el ramo»), pasivo-reflejas («Se registraron todas las habitaciones»), impersonales-reflejas («Se come muy bien en este restaurante»), así como oraciones constituidas por un verbo pronominal: «Este chico se queja de todo».”
“Construccion pronominal
Con la denominación ‘construcción pronominal’ se alude, generalmente, a oraciones como las que se incluyen en los siguientes enunciados: «Yo no me arrepiento de nada», «Las modelos se maquillas cuidadosamente», «Las flores se han marchitado», «Tú te asustas enseguida», «Se vive muy bien aquí».
El rasgo sintáctico que comparten todas ellas, el que justifica el hecho de que se denominen ‘construcciones pronominales’, consiste en la presencia, junto al verbo, de una forma pronominal átona (me, te, se), un clítico de carácter reflejo que, como tal, concuerda en los rasgos de persona con el sujeto, en caso de que éste se halle presente en el esquema oracional («Tú te asustas», «Yo no me arrepiento»), y adopta la forma específicamente refleja se cuando el clítico que requiere la construcción es el correspondiente a la tercera persona: «Las flores se han marchitado», «Las modelos se maquillan cuidadosamente», «Se vive muy bien aquí».
Aunque coinciden en ese rasgo común, las ‘construcciones pronominales’ constituyen, no obstante, un conjunto heterogéneo de esquemas oracionales en el que habitualmente se diferencian varias clases: Cf oración reflexiva, media, pasivo-refleja, impersonal refleja, verbo pronominal.”
«Verbo pronominal.
Se consideran ‘pronominales’ los verbos que, como es el caso de jactarse, arrepentirse, vanagloriarse, repantingarse, se utilizan invariablemente con una forma personal átona de tipo reflexivo o reflejo (me, te, se, etc.), concordante en los rasgos de persona con el sujeto de la oración: “Yo me arrepiento de haberle ayudado”, “El vecino se repantingó en la butaca delante del televisor”, “Te vanaglorias excesivamente de tus habilidades”.»
«La voz media:
Se conjuga como los verbos pronominales, con dos pronombres personales, el uno como sujeto y el otro como complemento, o también con un nombre y su correspondiente pronombre: YO ME alegro. LA NIÑA SE arrepiente.
Los griegos conservaron con más fidelidad que los latinos esta voz del indoeuropeo. La forma medio-pasiva les sugería dos modalidades significativas: Desato para mí y Soy desatado. La nota distintiva de la voz media es el interés por el sujeto. De otro modo algunos gramáticos explican este fenómeno por el llamado dativo de interés o dativo ético.
Los latinos, en sus formas deponentes, dijeron nascor (nacerse), morior (morirse) y orior (originarse), formas medias por el interés o participación que muestran por el sujeto. ¿Cómo aparece nascor en español para que puede llegar a nacerse? Esta voz pudiera llamarse también afectiva, y es que hay algo afectivo en esta evolución verbal. Nascor (nacerse) es medio o deponente, porque en español es presentarse en la vida (voz media). Desde el periodo de la fecundación o gestación o vida intrauterina, el embrión o feto, en el código y en la moral cristiana, es sujeto de derechos. Se defiende esa vida desde el punto de vista jurídico y cristiano. Dos ejemplos claros: Por el techo de esa gruta sale agua (sin interés). Por el caño de mi casa se sale el agua (con interés personal o de voz media; porque tengo que comprar otro o arreglarlo o estar sin servirme de él; es reflexivo no impersonal: el sujeto eres tú, el dueño).
La explicación por el dativo ético es sencilla. Con él se expresa que el sujeto, más que recibir indirectamente la acción, es partícipe de su actividad, la cual se produce dentro de él o en relación con él: SE queda en casa todo el día. Siempre NOS viene con disculpas. Cuando decimos: SE ME murió mi madre, no añadimos un informe nuevo al asunto; expresamos sencillamente nuestra intervención afectiva en el hecho.
Los verbos pronominales que forman la voz media son reflexivos de forma, pero no de sentido. No hay en ellos acción que recaiga sobre el mismo sujeto: Me voy; se murió. Cae la acción de un modo afectivo y por eso son medios.
A estos verbos pronominales pertenecen, sobre todo, los que significan vida interior y los de movimiento. Indican afecto (avergonzarse, serenarse, enojarse, burlarse, alegrarse, etc.), voluntad (empeñarse en, decidirse por, revolverse a, etc.), memoria y olvido (acordarse, olvidarse), saber incierto (imaginarse, suponerse, barruntarse, figurarse). Se incluyen en los de vida interior los que llevan complemento de interés: ME temo que sea ya tarde. Ese me temo es como decir: Temo para mí que ...
En los pronominales entran también los verbos de movimiento de forma transitiva (enderezar algo, precipitar a alguien) o intransitiva (subir, salir), pero siempre con el pronombre reflexivo: irse, marcharse, venirse, salirse, subirse, bajarse, encogerse, moverse, ponerse, precipitarse, escaparse, morirse, etc.
Algunos admiten el complemento de interés: ME subí la cuesta; ME torcí un pie.»
„Cuando el verbo conjugado pronominalmente es un verbo intransitivo, por naturaleza o por estar así empleado en el ejemplo examinado, no puede construirse con un régimen y el grupo nominal que lo acompaña sólo puede ser regente. A la dificultad de definit la intransitividad en sí, enumerar los verbos intransitivos o decidir cuándo se trata de un verbo empleado intransitivamente, se añade la de saber si la ausencia de régimen directo, o la imposibilidad de que lo haya, se debe a la naturaleza eventualmente intransitiva del verbo o a su conjugación pronominal. Como contrapartida, esta situación – ambigüedad o coincidencia – explica cómo y por qué muchos verbos intransitivos pueden conjugarse tanto pronominalmente como no sin consecuencia alguna: intransitividad y conjugación pronominal tienen en común construirse sin régimen directo o no mencional al actante paciente mediante tal función gramatical.
Los verbos que no se construyen prácticamente nunca con régimen – los verbos intransitivos por naturaleza –, pueden conjugarse pronominalmente, – aunque no sea casi nunca con la misma frecuencia –, sin que de ello resulte una inversión del sentido actancial como es el caso con los verbos transitivos.
Hay pueblos que se quedan por siempre en este estadio elemental.
Algunos verbos, siempre intransitivos, no aparecen sino conjugados pronominalmente, en el corpus o incluso en un etadio de lengua. Antojarse y adueñarse sólo se conjugan pronominalmente, atener es anticuado y referir es muy poco frecuente frente a referirse. Se trata de usos fijados fortuitamente sin más repercusiones gramaticales o interpretativas.“
„A falta de inversión actancial se han atribuido a las formas pronominales de los verbos intransitivos diversos matices aspectuales. En nuestra opinión distan éstos mucho de ser evidentes, se prestan difícilmente a ser demostrados y en la mayoría de los casos se deben más al contexto, a las circunstancias o incluso a interpretaciones preconcebidas.
Al no haber oposición con otro actante con verbos intransitivos, el papel actancial del que está presente no siempre puede definirse con claridad, o bien es indenible. La acción supone la contribución o el aval del actante mencionado, sin que haya un sentido reflexivo.“
„La multiplicidad de los términos para designar las construcciones pronominales y sus significados, así como su ambigüedad testimonian de la dificultad de definir la correspondencia entre la gramática y el mundo referido. Es manifiesto que las categorías y las funciones gramaticales al uso son insuficientes para expresar de manera inequívoca la variedad y complejidad de la realidad, tanto objetiva como subjetiva, y se evidencia que las clases y las relaciones semánticas o lógicas derivadas de tal realidad o concebidas mentalmente, son inaptas para dar cuenta total del funcionamiento gramatical. Esta incompatibilidad o desajuste entre clases o relaciones gramaticales y semánticas, patente en el análisis y que, por otro lado, el uso variable revela, no es óbice de la pertinencia de cada una de ellas separadamente por su lado. Comoquiera que en toda comunicación lingüística, con excepción de los fenómenos de redundancia entre sistemas de comunicación, el mensaje, sea cual fuere, debe plegarse al códico gramatical para poder transmitirse, no es descaballedo examinar el contenido a favor del código. Como tampoco lo es que en un estudio lingüístico las categorías y la construcción gramatical prevalezcan sobre las clases y el sistema de relaciones semánticas.
Si se admite que «agente» y «paciente» («objeto»), por separado o asociados, a la vez que «pasivo», «reflexivo» («recíproco»), y «medio» constituyen clases y relaciones semánticas que pueden ser expresadas mediante las formas pronominales de verbos transitivos e intransitivos, puede verse que, salvo un caso escasísimo, la construcción con complemento de agente, todas las interpretaciones tienen en común dos rasgos semánticos: se refieren a un solo actante directamente implicado en la acción expresada por el verbo y se trata siempre del paciente (objeto). [...]
Todas las interpretaciones aluden a un actante único: no cabe otra posibilidad en la interpretación media que excluye un segundo actante al ser la autosuficiencia del actante mencionado su característica principal: el proceso le atañe a él solo y no reclama a ningún otro para realizarse. En la interpretación reflexiva (recíproca) agente y paciente no forman sino el mismo actante. La fórmula pronominal de sentido pasivo se destaca de la fórmula adjetiva por no mencional sino muy excepcionalmente al agente de la acción expresada por el verbo.
Al faltar el segundo actante, o sea una oposición actancial, se debilita la orientación actancial. Esto da lugar a que los significados identificados pueden expresarse mediante la misma fórmula y que más de un ejemplo pueda ser interpretado de diversos modos: pasivo o reflexivo, pasivo o medio, medio o reflexivo.
Si se atribuye una interpretación media a los verbos intransitivos – siempre y cuando sea posible distinguir sin lugar a dudas entre transitivos e intransitivos – y si se admite que los ejemplos de verbo transitivo son pasivos con regente inanimado y reflexivos o recíprocos con regente animado, salvo si esta interpretación pudiera parecer absurda, se puede establecer el siguiente cuadro.
Esquemáticamente, el campo actancial abarcado podría representarse de la manera siguiente:
„Según L. Tesnière, empleamos «actante», «actancia» y «actancial» para referirnos a las personas, cosas y nociones designadas y a las relaciones que puedan existir entre ellas en la realidad.“
Ponemos en guardia contra toda interpretación abusiva de este esquema. No puede ser la representación exacta de la realidad lingüística, ni cubrirla en toda su complejidad. Numerosos factores que se manifiestan en variadas ocasiones, léxicas y semánticas, perturban su simetría. Omitimos el señalar numerosas implicaciones; no es evidente que el mismo esquema pueda servir con arreglo a otros puntos de vista. El presente esquema pretende solamente representar visualmente el lugar de la fórmula pronominal en la expresión verbal de la actancia. Otras representaciones gráficas son posibles.
Se puede tratar de representar todas las construcciones e interpretaciones posibles mediante un solo verbo y los mismos lexemas, agente o paciente:
los chóferes paran los coches
los chóferes paran
los coches paran
los chóferes se paran
los coches se paran
los chóferes se paran
los coches son parados
los coches se paran
se para a los coches
se los (les) para
los coches son parados por los chóferes
los coches se paran por los chóferes
En el esquema las diversas fórmulas actanciales de la actancia directa se alinean sobre una recta. Las fórmulas completas (dos actantes expresados) se encuentran en los laterales derecho e izquierdo, las fórmulas incompletas (un actante expresado) se encuentran en la parte interior.
La fluctuación actancial de la fórmula pronominal se manifiesta en este esquema: cubre toda el área pasiva, permite la combinación de los sentidos pasivo y activo en una sola expresión (interpretación reflexiva y recíproca) y llega a penetrar en el área activa (verbos intransitivos). Sin embargo, no sirve para la expresión de una actividad acabada. La fórmula pronominal comparte esta ambigüedad con la fórmula intransitiva, que aparece a la vez en el área activa y pasiva, aunque sea con lexemas (verbales y/o nominales) diferentes.“
Guillermo Rojo: Breve historia de las Gramáticas de 1771 y 1796
«Dado lo que sabemos acerca del largo período de gestación de la obra y la existencia de un gran número de disertaciones de orientación diversa, la primera hipótesis que surge es, naturalmente, la de considerar que no se da nombre a esa parte precisamente para evitar tomar decisiones en un tema con respecto al cual probablemente había divisiones entre los académicos, línea en la que parece moverse Sarmiento (1984: 48-49). Sin embargo, en los casos de conflicto, conceptual o simplemente terminológico, el texto académico tiende habitualmente a extenderse en la exposición del problema y la justificación de la solución adoptada, como sucede con el número de partes de la oración, aludido en el prólogo, o en lo que puede verse acerca de los verbos llamados reflexivos o recíprocos:
Tras señalar que "el verbo se divide en activo, neutro, y recíproco", el texto de 1771 se introduce en una interesante discusión acerca de las implicaciones del uso de cada término en la que, salvo en la solución final, muestra una postura muy acorde con lo que podríamos decir en la actualidad: "Recíprocos, o reflexivos llaman á los verbos, cuya significacion no solo no pasa á otra cosa, sino que retrocede por medio de algun pronombre personal, á la que dá accion ó movimiento al verbo, como: amañarse, arrepentirse, abroquelarse [...]. Estos verbos que nunca se usan sin pronombres personales, no debieran llamarse recíprocos, ni reflexivos, sino pronominales. Recíprocos serían los que por sí solos expresasen la accion reciproca entre dos, ó mas personas, como si en esta oracion: ámanse los hombres, se pudiese entender sin ambigüedad de sentido, que los hombres se aman unos á otros [...]. Reflexivos serian aquellos verbos que significasen la accion de dos agentes, de los quales el uno fuese solamente movil de ella, y el otro la recibiese, y al punto la rechazase, ó despidiese de sí [...]. No siendo, pues, estos verbos ni recíprocos, ni reflexivos, debiera aplicárseles otra denominacion, y ninguna les convendria mas que la de pronominales, porque no pueden usarse sin pronombres.
No obstante estas razones ha prevalecido el uso de llamarlos recíprocos; y entendido así no hay inconveniente en usar de esta denominacion, pues por verbos recíprocos entenderémos lo mismo que por verbos pronominales"
«En las oraciones de verbo reflexivo, el sujeto es a la vez agente y paciente. En la oración Yo me lavo, el pronombre me es complemento directo del verbo lavo. En Yo me lavo las manos, el complemento directo es las manos, y me es complemento indirecto. Por esto las oraciones de verbo reflexivo suelen llamarse directas o indirectas según que el pronombre átono ejerza en ellas la función de uno u otro complemento: Luisa se ha peinado, es reflexiva directa. Luisa se ha puesto un sombrero, es indirecta.
Los ejemplos anteriores representan el tipo reflexivo puro o primario, porque la acción vuelve de un modo u otro sobre el sujeto que la realiza. Pero con los verbos causativos el sujeto no es propiamente agente, sino que interviene o influye en la acción que otro ejecuta: Tú te haces un traje; Me construí una casa, indican únicamente que el sujeto encarga, ordena o costea la acción, sin que él la realice por sí mismo.
De un modo análogo la reflexión del acto puede atenuarse de tal manera que los pronombres no sean ya completamento directo o indirecto, sino que indiquen, con más o menos vaguedad, una participación, relación o interés en la acción producida.
Las gradaciones que atenúan y aun llegan a borrar el carácter reflexivo primario del pronombre son muy numerosas y frecuentes. Van desde los llamados dativos éticos y de interés (Ella se tomó el café; Se le hundió el mundo; No te me vayas), hasta las expresiones con verbos intransitivos, que se llaman seudorreflejas por sentirse ya muy distantes del significado propiamente dicho, como: Me voy; Nos estamos en casa; Mi vecino se ha muerto; Me salí del despacho. En estos ejemplos, el leve matiz de percepción o paticipación, que el pronombre denota, distingue con claridad estas oraciones de las activas o de estado que se obtendrían suprimiendo el pronombre: Voy; Estamos en casa; Mi vecino ha muerto; Salí del despacho.
En ciertos casos se llega a tal distancia del sentido reflexivo, que para dar a entender que el agua sale de la bañera o la lluvia atraviesa el tejado, decimos que La bañera se sale o El tejado se llueve.
Hay verbos que actualmente no admiten más formas de expresión que la pronominal. Tales son arrepentirse, atreverse, quejarse, jactarse.
El Diccionario de la Real Academia Española califica como pronominal a todo verbo o acepción que se construya en todas sus formas con pronombres reflexivos. “Hay verbos exclusivamente pronominales, como arrepentirse. Otros adoptan determinados matices significativos o expresivos en las formas reflexivas: caerse, morirse, frente a las formas no reflexivas: caer, morir”. La calificación de reflexivos, que el mismo Diccionario aplicaba antes uniformemente a estos verbos, no era propia para todos estos matices significativos o expresivos. En cambio, la de pronominal, aunque atiende únicamente a la forma, abarca los significados reflexivos y los que no lo son.»
[RAE: Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 1977, § 3.5.4., pp. 379-381]

«Verbos pronominales:
Los verbos pronominales son los que se conjugan obligatoriamente con el pronombre personal átono. Éste es un mero componente del verbo (algunos gramáticos lo llaman morfema del verbo), pues aparece totalmente desfuncionalizado, es decir, no desempeña función nominal alguna de complemento verbal. Hay verbos pronominales propiamente dichos, que son aquellos que no presentan una form sin pronombre, como apropiarse (no existe apropiar), quejarse (no existe quejar), arrepentirse (no existe arrepentir), etc. Otros verbos pronominales coexisten al lado de verbos que presentan el mismo lexema pero que se conjugan sin el pronombre. Los hay que presentan un carácter intransitivo en cualquiera de las dos formas (con y sin pronombre), y los hay que son transitivos en la forma no pronominal y se “intransitivizan” en la forma pronominal. Tanto en un caso como en otro, se da lugar a oposiciones semánticas, gramaticales o estilísticas importantes entre la forma con pronombre y la forma sin pronombre, es decir, entre el verbo pronominal y el no pronominal. Veamos:
morirse (pron. intrans.) / morir (no pron. intrans.)
marcharse (pron. intrans.) / marchar (no pron. intrans.)
quedarse (pron. intrans.) / quedar (no pron. intrans.)
retirarse (pron. intrans.) / retirar (no pron. intrans.)
dormirse (pron. intrans.) / dormir (no pron. intrans.)
levantarse (pron. intrans.) / levantar (no pron. intrans.)
Por último, existen también verbos pronominales con dos pronombres obligados. Son olvidársele (a uno algo), antojársele (a uno algo), acurrírsele (a uno algo) ...
se me olvidó la cartera
se me antojó un pastel
(No hay que confundir el verbo olvidarse (algo a alguien) con olvidarse (de algo o de alguien) ni con olvidar (algo): sus regímenes gramaticales son diferentes).
Cuando el pronombre personal átono desempeña función de objeto directo o indirecto, con valor reflexivo, no debe hablarse de verbo pronominal:
Juan se levó.
Juan se puso el abrigo.
En estos casos se trata de los vebos lavar y poner y no de lavarse y ponerse, pues los pronombres correspondiente actúan como objeto directo en el primer caso y objeto indirecto en el segundo. Funcionalmente son estructuras equivalentes a las de
Juan lavó a Juan.
Juan puso el abrigo a Juan.»
[Gómez Torrego, L.: Manual de español correcto. 2 vols. Madrid: Arco/Libros, 1991, pp. 89-90]

«El término 'oraciones pronominales' se ha utilizado en la tradición gramatical española para designar oraciones en las que el sintagma verbal aparece incrementado con un pronombre átono reflexivo. Se trata de una definición de carácter formal puesto que, desde el punto de vista del significado, incluye tanto oraciones pronominales con sentido puramente reflexivo (p. ej. con lavarse) como otras de carácter pseudo-reflexivo (p. ej. con desmayarse) y las oraciones como
Se pasaron los trabajos a ordenador. [pasiva]
Se agasajó a los invitados. [impersonal]
Por aquí se llega a Madrid. [impersonal]
Estas manchas no se quitan con nada. [media]
que en ningún modo se pueden interpretar como reflexivas.»
«Las gramáticas del español engloban, con frecuencia, las oraciones que aquí denominamos pasivas con se dentro de las construcciones medias, en cuanto que en una oración pasiva con se el sujeto se ve afectado. Al hablar de construcciones medias en relación a las oraciones con se es necesario, sin embargo, distinguir entre medias y pasivas (y medias e impersonales). Asimismo es conveniente separar las ‘oraciones medias con se’ del resto de las oraciones que satisfacen la definición de oración media en un sentido amplio (oraciones pronominales) en las que el sujeto es ‘afectado’: reflexivas, pseudo-reflexivas, etc.). Existe un tipo de oraciones medias que comparten una serie de características formales y nocionales con las oraciones pasivas e impersonales con se: sólo se pueden construir con se, quedando excluidos los pronombres de primera y segunda persona, y tienen un sujeto nocional implícito. Se trata de construcciones como
Esta camisa se leva muy bien con lejía.
Las luces reflectantes se ven fácilmente.
Los trabajos escritos a máquina se leen más deprisa.
Estos ejmplos muestran oraciones medias con se, con características similares a las de las pasivas con se: ambas tienen sujetos inanimados de tercera persona y ambas implican la intervención de un agenteo (causa o experimentante). Existen, sin embargo, diferencias fundamentales entre las oraciones medias con se y las oraciones pasivas con se.»

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